Siria camina a Sarajevo

El invierno se recrudece y cada día Siria se desangra en una primavera árabe que no termina de cuajar. La historia se repite y es difícil no ver en los ataques que acaban con la vida de centenares de civiles cada día el recuerdo de Yugoslavia a las puertas de nuestro siglo o, más recientemente, el régimen de Gadafi volviéndose contra sus propios ciudadanos, aniquilando cualquier resquicio de transición pacífica que hubiera podido nacer del despertar democrático en la orilla sur del Mediterráneo.

China y Rusia vetaron la resolución contra el régimen de El Assad en el Consejo de Seguridad. Tras su veto se esconde la dificultad para legitimar sus propios regímenes poco democráticos, que podrían verse seriamente cuestionados si se reafirma el precedente de la intervención. También se palpa en los pasillos de Naciones Unidas cierto resentimiento de que Occidente se extralimitó en sus intervenciones militares en Libia, llegando más allá de lo que autorizaba la Resolución del Consejo de Seguridad.  “Lamentamos esta intervención armada en el marco de la Resolución 1973 de la ONU que fue aprobada a toda prisa” expresó en un comunicado el Ministerio de Exteriores ruso. Las monarquías del Golfo, petroleras y autocráticas, han jugado la carta de la crítica a Damasco aún a sabiendas de que lo que se juegan algunas es mucho, verse quizás algún día en una situación similar. Pero pesa más el temor por su seguridad frente a lo que consideran una amenaza encabezada por el chiita Irán. Estados Unidos y sus aliados tampoco actúan por razones puramente altruistas. Siria es el aliado más importante de Irán y ahora que suenan tambores de guerra a las orillas del estrecho de Ormuz, es clave para algunos estados como Israel lograr que quede fuera de juego.

La sombra de la realpolitik, calculadora y fría, acecha por tanto sobre el tablero que tiene a Damasco como centro. Pero reducir la situación a estos términos es limitar la visión a uno solo de los aspectos del conflicto. Homs se ha convertido en una ciudad ideal para perder la vida, donde el régimen se obstina en evitar que haya testigos que presencien lo que está sucediendo. Sin embargo siguen llegando imágenes, informaciones, que nos hablan de una masacre sin precedentes, receta perfecta para una guerra civil, más larga, más cruenta.

La comunidad internacional tiene todavía recursos y herramientas para calmar la situación, obligando al Estado sirio a que detenga la violencia contra su propio pueblo. Para evitar llegar a ese punto de no retorno tras el que, un día, al hablar de Homs, nos venga a la memoria Sarajevo y otras tantas ciudades donde anidaron el miedo y la muerte.